Vendimia significa hojas tremolantes y tendientes a los colores del otoño, colores dorados o anaranjados y corazones encogidos y esperanzados. Con el comienzo del otoño y las primeras lluvias, el suelo húmedo mezcla sus aromas con los aromas de las uvas maduras. El viento barre grandes nubes blancas, que contrastan con el intenso cielo azul. El ambiente es alegre, la vendimia es una tradición que se repite todos los años, con el espíritu campesino inalterado, típico de nuestra región.

El 2018 ha sido un año llovioso sobre todo en primavera, más concretamente en el mes de marzo, donde los datos marcan una alta pluviometría. Desde el punto de vista agronómico, el desarrollo de los viñedos, iniciado bajo los mejores auspicios, estuvo condicionado por un clima extraño que alteró las heladas, las lluvias y la humedad. Por lo tanto, será el año en que la capacidad de nuestro enólogo marcará la diferencia en el resultado final.

La recién bajada de las temperaturas ha ayudado a incrementar la buena calidad de la uva y su maduración, después de un largo periodo de excesivo calor. Esto ha permitido que el ciclo de maduración se ralentizara para asegurar así un buen desarrollo de la vendimia.

Por las condiciones meteorológicas que han sufrido nuestros viñedos se prevé una reducción de la vendimia, que no afectará la calidad. De hecho, la uva goza de un gran equilibrio entre frescor y madurez. El estado fitosanitario se muestra óptimo y esperemos que dedicando los esfuerzos oportunos y mimando cada grano del racimo con el mismo cariño, conseguiremos excelentes vinos y cavas. La cosecha, que empezó el 11 de agosto, parece definitivamente mejor que el año pasado, donde la sequía había protagonizado toda la época de la vendimia